En medio de la turbulencia generalizada en los mercados globales, el oro ha mostrado cierta resiliencia al mantenerse por encima de los USD 3.000 la onza a pesar de haber registrado algunas pérdidas durante la semana pasada. Este comportamiento refleja su tradicional rol como activo refugio en momentos de alta incertidumbre, aunque incluso este metal precioso experimentó momentos de presión a la baja cuando los inversores buscaban liquidez a toda costa.
Los índices bursátiles están entrando o acercándose al territorio de Bear Market (caída del 20% desde máximos), lo que ha puesto a prueba la tolerancia al riesgo de muchos inversores. La dinámica alcista casi continua de los últimos años posiblemente desacostumbró a muchos participantes del mercado a estos sacudones de volatilidad extrema, cuando estadísticamente estos episodios son parte normal de los ciclos de mercado.
La situación actual representa un escenario donde la diversificación y la inversión en empresas de primera línea cobran especial importancia. En contextos de alta volatilidad, es común observar correlaciones elevadas entre diferentes clases de activos, con ventas generalizadas que responden más a necesidades de liquidez que a decisiones estratégicas. Como señalan algunos analistas del mercado, «a veces se vende lo que se puede, no lo que se querría«, evidenciando la naturaleza forzada de muchas liquidaciones en momentos de pánico.