Los precios al consumidor en Estados Unidos experimentaron una caída inesperada durante el mes de marzo, marcando la primera deflación mensual registrada en casi cinco años. Este fenómeno, informado por el Departamento de Trabajo, estuvo principalmente impulsado por el abaratamiento de la gasolina y los vehículos usados, generando reacciones inmediatas en los mercados financieros.
Esta contracción en los precios coincide con señales de menor demanda en diversos sectores, en un contexto de creciente temor a una recesión vinculada a las políticas arancelarias. Particularmente notoria fue la reducción en costos de servicios asociados al consumo discrecional, como boletos de avión y hospedaje en hoteles, reflejando el deterioro en la confianza tanto empresarial como del consumidor estadounidense.
Los mercados han interpretado estos datos como un posible catalizador para que la Reserva Federal implemente recortes en las tasas de interés que podrían alcanzar los 100 puntos básicos durante el presente año. Sin embargo, la recepción no fue completamente positiva, ya que existe la percepción de que estos indicadores solo reflejan parcialmente el impacto inicial de los nuevos aranceles de importación, que incluyen un 20% sobre productos chinos y gravámenes adicionales al acero y aluminio. En paralelo, un informe independiente del Departamento de Trabajo mostró que el mercado laboral mantenía cierta estabilidad a principios de abril, presentando un panorama económico complejo y con señales mixtas.