El gobierno argentino ha establecido un nuevo cronograma para la salida del cepo cambiario como parte de las negociaciones con el FMI, que incluye la implementación de bandas cambiarias y objetivos específicos para las reservas del Banco Central. Este esquema tendrá efectos inmediatos sobre precios, actividad económica y flujos financieros en el corto y mediano plazo.
Se prevé una devaluación inicial moderada como parte de la transición hacia un esquema más flexible, medida fundamental para incentivar la liquidación de exportaciones. Los analistas proyectan que aunque el tipo de cambio podría experimentar un alza inicial, la tendencia sería hacia la estabilización progresiva conforme ingresen divisas por la cosecha agrícola y mejore la confianza en el mercado. Este ajuste cambiario generaría un impacto inflacionario transitorio, estimándose que una devaluación del 10% podría agregar aproximadamente 5 puntos porcentuales a la inflación mensual en el período inmediato, ubicando los registros en torno al 5,2% mensual en abril y entre 6% y 7% mensual en mayo.
La eliminación del esquema de dólar blend redirigirá la demanda hacia el mercado oficial, lo que podría disminuir la presión sobre los dólares financieros y reducir la brecha cambiaria existente. Si bien en el corto plazo este proceso afectará el consumo y la inversión debido al reacomodamiento de precios y tasas, a mediano plazo la flexibilización parcial del cepo y una mayor previsibilidad podrían estimular nuevas inversiones, especialmente en sectores exportadores que anteriormente se veían perjudicados por el atraso cambiario, contribuyendo a una recuperación económica más sostenible.