El Senado de la Nación rechazó por amplia mayoría los pliegos propuestos por el Ejecutivo para la Corte Suprema de Justicia, en lo que representa un revés institucional sin precedentes para el gobierno del presidente Javier Milei. La Casa Rosada respondió con un fuerte comunicado criticando esta decisión, que afecta a los candidatos Lijo y García Mansilla. Este episodio evidencia las fracturas existentes entre el oficialismo y bloques aliados que hasta ahora habían sido clave para la gobernabilidad, considerando la condición de minoría en la que se encuentra el gobierno en ambas cámaras legislativas.
Este conflicto político interno se produce en un momento particularmente delicado, cuando el gobierno se encuentra en la recta final de las negociaciones con el FMI para un nuevo programa financiero. La coincidencia temporal de ambos eventos podría complicar la posición argentina, ya que el directorio del FMI, como órgano político conformado por representantes de los países miembros, podría interpretar estas tensiones como una señal de debilidad institucional o de falta de consensos internos necesarios para garantizar la implementación de las reformas acordadas.
Los analistas políticos señalan que este escenario obliga al gobierno a intensificar sus esfuerzos diplomáticos tanto en el frente interno como en el internacional. En el ámbito doméstico, deberá reconstruir puentes con sectores del arco político que podrían resultar clave para futuras votaciones en el Congreso, especialmente aquellas relacionadas con la implementación de reformas económicas que pudieran derivarse del acuerdo con el Fondo. En el plano externo, el rechazo a los candidatos para la Corte podría ser percibido como una señal de fragilidad política que el gobierno deberá contrarrestar con muestras claras de capacidad para mantener el rumbo de su programa económico a pesar de las dificultades parlamentarias.