La Reserva Federal de los Estados Unidos (Fed) mantuvo sin cambios la tasa de interés de referencia en su reunión de mayo, en un contexto marcado por crecientes tensiones económicas derivadas de las políticas arancelarias implementadas por la administración Trump. En su comunicado oficial, la Fed señaló que la economía estadounidense continúa expandiéndose a un ritmo sólido, a pesar de la caída observada en el producto bruto interno del primer trimestre, atribuida a un aumento récord en las importaciones por parte de empresas y consumidores que buscaron anticiparse a los nuevos aranceles.
El organismo presidido por Jerome Powell destacó que el mercado laboral permanece fuerte y que la inflación se mantiene «ligeramente elevada». No obstante, la entidad reconoció un aumento en los riesgos tanto inflacionarios como de desempleo, lo que plantea un desafío significativo para la conducción de la política monetaria, especialmente en un escenario potencial de estanflación, donde ambas amenazas podrían intensificarse de forma simultánea. En este sentido, la Fed adoptó una postura de cautela y señaló que su accionar futuro dependerá de la evolución de los datos económicos, indicando que no tomará nuevas decisiones hasta contar con mayor claridad respecto al impacto real de los aranceles sobre la actividad y los precios.
En línea con esta postura, los mercados financieros ajustaron levemente sus expectativas. Los contratos de futuros vinculados a la tasa de política monetaria de la Fed pasaron a asignar una probabilidad del 30% a un posible recorte de tasas en junio, frente al 27% previo, y una probabilidad cercana al 75% para una baja en julio. Esto sugiere que los operadores aún contemplan la posibilidad de flexibilización monetaria en el corto plazo, aunque reconocen que el margen de maniobra de la Fed está acotado por las presiones inflacionarias y el comportamiento del mercado laboral.
En el plano internacional, el panorama monetario muestra una desaceleración en el ritmo de relajación de tasas por parte de los principales bancos centrales. Durante abril, solo dos de los cinco bancos centrales del G10 que se reunieron —el Banco Central Europeo y el Banco de Reserva de Nueva Zelanda— optaron por recortar sus tasas de interés, acumulando una baja conjunta de 50 puntos básicos. En contraste, Australia, Japón y Canadá mantuvieron sus tipos de referencia sin modificaciones, mientras que otros miembros como Estados Unidos, Reino Unido y Suiza no celebraron reuniones ese mes. En términos agregados, el balance del año en las economías avanzadas muestra un leve endurecimiento neto de 25 puntos básicos, frente a 325 puntos de relajación acumulados desde comienzos de 2025.
En los mercados emergentes, se observó una dinámica similar, con una disminución en la magnitud del ciclo de recortes. Cuatro de los trece bancos centrales que sesionaron en abril (India, Tailandia, Filipinas y Colombia) redujeron sus tasas en 25 puntos básicos, mientras que ocho optaron por dejarlas estables. La volatilidad del dólar, la incertidumbre en torno a la política de la Fed y los temores respecto a flujos de capital motivaron decisiones más prudentes, incluso en países con inflación contenida y bajo crecimiento. Un caso destacado fue Turquía, que implementó una sorpresiva suba de tasas de 350 puntos básicos para contener salidas de capital tras una crisis política interna, elevando el total de ajustes monetarios contractivos en emergentes a +550 puntos básicos en lo que va del año. En contrapartida, los recortes acumulados en estas economías ascienden a -850 puntos básicos a través de 14 movimientos de baja. En este contexto, los bancos centrales globales enfrentan un complejo dilema entre sostener el crecimiento y contener la inflación, en un entorno crecientemente incierto condicionado por factores geopolíticos y comerciales.