El nuevo primer ministro de Francia, Sébastien Lecornu, y su gobierno dimitieron el lunes, apenas horas después de que anunciara la composición de su gabinete, convirtiéndose en la administración de más corta duración en la historia moderna del país y profundizando la crisis política francesa. La inesperada renuncia se produjo después de que aliados y adversarios amenazaran con derrocar al nuevo gobierno, llevando a Lecornu a alegar que esas condiciones le impedían ejercer su cargo de manera efectiva.
El dramático desenlace provocó una reacción inmediata en los mercados financieros europeos, con una fuerte caída de las acciones francesas y una depreciación del euro frente a otras divisas principales. Esta volatilidad refleja la preocupación de los inversores ante la inestabilidad institucional en la segunda economía más grande de la Eurozona, en un momento donde Europa enfrenta múltiples desafíos económicos y geopolíticos que requieren liderazgos sólidos y políticas coherentes.
La crisis de gobernabilidad en Francia genera interrogantes sobre la capacidad del país para implementar políticas económicas consistentes y mantener su rol de liderazgo dentro de la Unión Europea. La situación pone de manifiesto las profundas divisiones políticas que atraviesan el sistema francés y plantea dudas sobre los mecanismos de construcción de consensos en una de las democracias más establecidas del continente. Los mercados europeos observan con atención la evolución de esta crisis, conscientes de que la estabilidad política francesa resulta fundamental para la cohesión económica y financiera de toda la región.