En una rápida respuesta al «Liberation Day» de Donald Trump, China anunció aranceles del 34% sobre una amplia gama de bienes estadounidenses, intensificando la guerra comercial entre las dos mayores economías del mundo. Esta decisión provocó importantes pérdidas en los índices bursátiles chinos, que se sumaron a la caída generalizada de los mercados asiáticos, con el Nikkei japonés desplomándose un 7,8%.
Las principales preocupaciones para China se centran en la estabilidad de su régimen cambiario semi-fijo, que depende significativamente de Hong Kong. Los analistas consideran que China no tiene incentivos para devaluar su moneda, ya que esto podría afectar su estabilidad financiera sin resolver el conflicto comercial subyacente. Una eventual devaluación del yuan podría incluso desatar un colapso en los precios internacionales de commodities, particularmente en energía y productos agrícolas.
La situación requiere un monitoreo cercano de indicadores clave como las reservas internacionales de China y la paridad USD/HKD. Cualquier decisión de devaluación tendría que ser precedida por ventas agresivas de reservas, en un delicado equilibrio entre mantener la competitividad comercial y preservar la estabilidad financiera. El objetivo principal de Trump parece ser presionar sobre los puntos más sensibles de la economía china: su comercio exterior y estabilidad financiera.