El gobierno chino ha respondido con firmeza tras el anuncio de los aranceles más altos impuestos por Estados Unidos en un siglo, alineándose rápidamente con otras naciones afectadas. Pekín ha anunciado la imposición de un arancel del 34% a productos estadounidenses, igualando las medidas anunciadas por Trump y elevando significativamente la tensión comercial entre las dos mayores economías del mundo. Esta es la tercera vez que China enfrenta obstáculos arancelarios desde que Trump asumió el poder, pero en esta ocasión las medidas también afectan a aliados históricos de EEUU como Japón, Australia y el Reino Unido.
El presidente Xi Jinping ha adoptado una postura cautelosa ante estas nuevas medidas, optando por un enfoque estratégico mientras su país enfrenta importantes desafíos económicos internos, como la crisis inmobiliaria y presiones deflacionarias. Durante el lanzamiento de la primera emisión de bonos soberanos verdes de China en la Bolsa de Valores de Londres, el viceministro de Finanzas, Liao Min, destacó el compromiso de Pekín con la integración en los mercados internacionales y criticó el proteccionismo como una solución ineficaz, enfatizando que la globalización se basa en la cooperación.
A finales de mes, Xi Jinping emprenderá su primer viaje internacional desde el regreso de Trump a la Casa Blanca, visitando Camboya, Vietnam y Malasia, países que han sido fuertemente afectados por las políticas arancelarias de Washington. Esta gira diplomática tiene como objetivo reforzar la estabilidad económica regional, fortalecer los lazos comerciales, y consolidar la posición de China como una alternativa estable frente a la incertidumbre generada por las decisiones de EEUU. Los analistas observan que el gobierno chino podría implementar represalias adicionales, incluyendo posibles restricciones a la exportación de minerales críticos para la industria tecnológica o medidas específicas contra empresas estadounidenses con fuerte presencia en China, como Apple.