Los mercados financieros globales mantienen su atención puesta en la publicación del índice de precios al consumidor (CPI) de China correspondiente al mes de abril, con expectativas que apuntan a una caída interanual del -0,1%. Este dato, que será revelado en las próximas horas, resulta especialmente significativo en un contexto donde la segunda economía mundial continúa enfrentando persistentes presiones deflacionarias, a pesar de los múltiples estímulos económicos implementados por las autoridades en los últimos meses.
La potencial confirmación de una inflación negativa en abril marcaría un nuevo episodio en la lucha contra la deflación que libra China, fenómeno que complica la recuperación económica al desincentivar el consumo y la inversión. Las autoridades chinas, conscientes de esta problemática, han implementado diversas medidas de estímulo fiscal y monetario en los últimos trimestres, incluyendo reducciones en las tasas de interés, inyecciones de liquidez y programas de apoyo al sector inmobiliario, uno de los más golpeados por la crisis.
El comportamiento de los precios en China tiene implicaciones globales significativas, tanto para los mercados de materias primas como para las cadenas de suministro internacionales. Una deflación sostenida podría obligar al Banco Popular de China a intensificar sus políticas expansivas, potencialmente incluyendo nuevos recortes en los requisitos de reserva para los bancos o reducciones adicionales en las tasas de interés de referencia. Los inversores estarán particularmente atentos a cómo este dato se relaciona con otros indicadores de actividad económica y si logra modificar las proyecciones de crecimiento para el gigante asiático en 2025, actualmente situadas en torno al 4,5% según las principales instituciones internacionales.