Aunque mejoró el tono político entre Washington y Beijing, el panorama sigue frágil. China respondió con controles sobre minerales estratégicos, nuevos aranceles y restricciones a empresas estadounidenses, manteniendo impuestos elevados mientras ambas potencias tantean un eventual acuerdo comercial. El movimiento impacta en cadenas de suministro sensibles —desde electrónica hasta transición energética— y obliga a recalibrar inventarios y lead times.
En paralelo, otras economías intentan equilibrar vínculos: países como Canadá buscan mayor acercamiento con India y mantener a la vez una relación operativa con EE.UU., evitando deterioros con China. Este reposicionamiento diplomático-comercial refleja la multipolaridad del comercio y la búsqueda de diversificación de riesgos.
Mercado y contexto: el sesgo regulatorio de Beijing refuerza la prima de riesgo en sectores ligados a minerales críticos y alta tecnología, aun cuando el equity global mostró alivio. Con aranceles altos todavía vigentes y restricciones cruzadas, el margen para una descompresión sostenida dependerá de señales verificables (reducción de tarifas, habilitación de exportaciones, reglas de compliance previsibles) y de la reacción de empresas estadounidenses con exposición a China.

