Aconcagua Energía anunció oficialmente el inicio de un proceso de reestructuración de su deuda después de tomar la decisión de cancelar una emisión de bonos programada por un monto de hasta USD 250 millones. La compañía justificó esta medida citando condiciones adversas de mercado, aunque la decisión revela desafíos estructurales más profundos.
La empresa se encuentra en una posición particularmente vulnerable debido a varios factores concurrentes: carece de historial en mercados globales, opera en un contexto de elevado riesgo país y enfrenta un escenario de defaults corporativos que ha erosionado significativamente la confianza de los inversores. Como primer paso en este proceso de reestructuración, la compañía decidió postergar el pago de intereses correspondientes a sus Obligaciones Negociables Clase VII.
La agencia calificadora Fitch respondió inmediatamente a estos desarrollos reduciendo la calificación crediticia de Aconcagua Energía a ‘CCC-‘, señalando específicamente las debilidades de liquidez y las crecientes dificultades de refinanciación que enfrenta la empresa. Aunque la compañía busca ordenar sus pasivos y preservar valor para los accionistas, el mercado interpreta estas medidas como una clara señal de estrés financiero. Si bien la operación diaria de la compañía no estaría en riesgo inmediato, la firma queda expuesta a tensiones crecientes con sus acreedores ante la falta de capital fresco.