Las ventas minoristas subyacentes en Estados Unidos registraron una contracción del 0,2% durante abril, evidenciando una desaceleración del consumo tras el aparente adelantamiento de compras por parte de los consumidores motivado por el temor a futuros incrementos en los aranceles comerciales. Este dato refleja el inicio de un posible enfriamiento en el comportamiento del consumidor estadounidense, pieza fundamental para la economía más grande del mundo, que hasta ahora había mantenido un ritmo de gasto relativamente sólido pese a las presiones inflacionarias.
En este contexto de incertidumbre económica, el gigante minorista Walmart ha emitido una advertencia sobre las condiciones del mercado, sumándose a un creciente número de grandes corporaciones que han optado por no ofrecer previsiones financieras detalladas para los próximos trimestres. Esta postura cautelosa por parte del mayor empleador privado de Estados Unidos representa una señal significativa sobre las expectativas empresariales respecto a la evolución del consumo y el entorno macroeconómico en general, especialmente considerando el acceso privilegiado que tienen estas compañías a datos en tiempo real sobre el comportamiento del consumidor.
Mientras tanto, los precios al productor excluyendo los componentes volátiles de alimentos y energía marcaron su mayor incremento en dos años, contrastando con las proyecciones para el índice PCE subyacente (preferido por la Reserva Federal para medir la inflación), que habría aumentado apenas un 0,1% mensual y un 2,5% interanual. Esta divergencia entre los precios mayoristas y las expectativas para la inflación al consumidor plantea interrogantes sobre la transmisión de costos en la economía estadounidense y sobre la posible presión inflacionaria latente que podría manifestarse en los próximos meses, complicando las decisiones de política monetaria de la Reserva Federal en un año electoral.