El déficit comercial de bienes de Estados Unidos alcanzó en marzo la cifra récord de USD 162.000 millones, estableciendo un máximo histórico sin precedentes en la balanza comercial del país norteamericano. Este significativo deterioro fue impulsado principalmente por un masivo adelanto en las importaciones, motivado por la anticipación de los agentes económicos ante el inminente endurecimiento arancelario promovido por la administración Trump, que llevó a muchas empresas a acelerar sus compras externas.
Este pronunciado deterioro en el comercio exterior habría generado un impacto negativo sustancial en el crecimiento económico del primer trimestre, restando hasta 1,9 puntos porcentuales al desempeño del PBI según las estimaciones más recientes de especialistas. Aunque parte de las importaciones fueron destinadas a inventarios, los analistas coinciden en que este efecto de almacenamiento no compensa el efecto negativo sobre el producto bruto, contribuyendo a la contracción económica registrada en el período.
En paralelo a este deterioro comercial, los datos laborales mostraron señales mixtas que agregan incertidumbre al panorama económico: las vacantes laborales cayeron a 7,19 millones (mínimo desde septiembre), pero los despidos también se redujeron a su menor nivel en nueve meses. A pesar de este contexto desafiante, los trabajadores estadounidenses aún mantienen una relativa confianza en el mercado laboral, con un índice de 1,02 vacantes por cada desempleado, apenas por debajo de las 1,06 registradas en febrero, lo que sugiere que el mercado laboral, aunque en desaceleración, mantiene cierta fortaleza.