El precio del oro superó los US$3.870 por onza, ubicándose cerca de niveles récord en un contexto de creciente incertidumbre en los mercados globales. Los inversores están recurriendo al metal precioso como activo refugio ante dos factores principales: la caída inesperada del empleo privado en Estados Unidos y el cierre del gobierno federal, que genera dudas sobre la gestión fiscal del país.
El informe de ADP mostró que las empresas estadounidenses eliminaron 32,000 puestos de trabajo en septiembre, marcando la primera secuencia de dos meses consecutivos de pérdidas en el sector privado desde 2020. Esta debilidad en el mercado laboral refuerza las proyecciones de que la Reserva Federal continuará reduciendo las tasas de interés durante el resto del año, buscando estimular la actividad económica.
La combinación de política monetaria expansiva y incertidumbre fiscal crea un entorno favorable para el oro, que se beneficia de las tasas de interés más bajas y la búsqueda de protección contra la volatilidad. Los rendimientos de los treasuries cerraron con movimientos mixtos: la tasa a 10 años aumentó 2 puntos básicos hasta el 4,15%, mientras que la de 2 años cayó 1 punto básico para ubicarse en 3,61%, dejando el diferencial entre ambas en 54 puntos básicos.